martes, 29 de enero de 2008

Octava Lectura: OBREGÓN Y EL MOVIMIENTO OBRERO


Barry Carr


Aquí damos un gran acercamiento a lo que se denomina el problema del decenio (1920-1930) en el que se establece como punto de partida, el mando por parte del norte. Este era una región colonizada principalmente por españoles y mestizos, allí no hubo la posibilidad de establecer la alianza conservadora, entre la iglesia y una población indígena servil. Su historia económica se caracterizó por la minería y la agricultura extensiva. La dinastía sonorense, una vez que ocupó el poder, emprendió la tarea de encontrar una solución creativa para el problema de la reconstrucción del país.

Álvaro Obregón demostró desde sus primeros tiempos la movilidad constante y el oportunismo que caracterizaron a la coalición norteña de caudillos revolucionarios. El intento de Carranza de imponer a su propio candidato, el ingeniero Bonillas, en 1920, convenció a Obregón y a sus compañeros de alzar la bandera de rebelión, con el apoyo de la recién fundada y todavía pequeña Confederación Regional Obrera Mexicana (CROM).

El pacto que Obregón y la CROM celebraron fue en 1919 prometía al movimiento obrero que sería establecida una Secretaría del Trabajo, y expresaba la esperanza de que su primer titular fuese una persona “identificada con las necesidades morales y materiales de los trabajadores”. Aunado a todo esto podemos decir que la relación estrecha que hubo con el movimiento obrero, fue un elemento importante de la estrategia con que Obregón esperaba sobrevivir en el peligroso vacío político que amenazaba la estabilidad de la dinastía sonorense.