martes, 3 de junio de 2008

La paz de los sepulcros


Jorge Volpi



Esta novela tiene como marco, la colosal Ciudad de México, urbe en la que la vida diurna de sus habitantes se diluye en la espesura de las sombras de la noche, para dar cabida a actividades que entre más se alejan de lo convencional, más peligrosas, profanas o sórdidas se pueden volver.



Es así que el asesinato del Ministro de Justicia, cuyo cadáver es encontrado junto al cuerpo decapitado de otro hombre, en la habitación de un hotel en las afueras de la ciudad, es el punto de partida para la investigación periodística que lleva a cabo Agustín Oropeza, reportero de ‘Tribuna del Escándalo’. Su búsqueda lo introduce al submundo de la prostitución infantil, el tráfico de influencias, la corrupción de funcionarios de las altas esferas del gobierno, así como a la vida nocturna que se desarrolla en burdeles en los que el consumo de alcohol y drogas, la actividad sexual desenfrenada y orgiástica, son sucedáneos que sólo logran amortiguar por corto tiempo la sensación de vacío, la amargura y desolación de un grupo de oscuros personajes que se autodenomina ‘la cofradía’. En tal situación, los miembros de ‘la cofradía’ se van adentrando en actividades cada vez más radicales, como el robo de cadáveres y enfermos en fase terminal, con los cuales realizan un ritual de acercamiento ‘erótico’ con la muerte, al que se han vuelto adictos.



Debido al estilo narrativo que utiliza el autor, pareciera como si Agustín Oropeza, el reportero, estuviera dando cuenta al lector de sus hallazgos, de los detalles e información obtenida mediante entrevistas con varios de los personajes, entre ellos, la amante de los dos hombres asesinados, Marielena Mondragón, necrófila irredenta. Entre los hechos extraídos a partir de la investigación y la narración que va entretejiendo Oropeza, así como lo publicado por los periódicos y los comunicados oficiales emitidos por altos funcionarios del gobierno, la noción de lo ocurrido muchas veces se diluye y las mentiras se transforman en ‘verdades’ favorables, convenientes, para los que detentan el poder; y en somníferos para la opinión pública. De esta manera, los miembros de ‘la cofradía’ pasan a ser, de acuerdo con la versión creada y comunicada oficialmente, miembros de una falange urbana de un grupo terrorista, el FPLN, autores de los crímenes de Alberto Navarro, Ex Ministro de Justicia y de Ignacio Santos, nombre del segundo difunto encontrado en aquella habitación de hotel, otrora amigo del periodista Oropeza. La aceptación, la sumisión, el silencio de Oropeza ante la verdad prefabricada, son retribuidos cuando el presidente en turno decide otorgarle el Premio Nacional de Periodismo.

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