En la década de 1920, un grupo de jóvenes poetas y artistas gráficos emprenden la construcción de Estridentópolis, una ciudad literaria. Manifiestos, relatos, artículos y entrevistas; metáforas y perspectivas innovadoras; exposiciones, revistas, libros y escándalos públicos son sus planos, sus herramientas y sus materiales de construcción.
El movimiento estridentista parte precisamente del supuesto de la ciudad literaria no refleja una realidad material; permite, en todo caso, miradas y observaciones que iluminen aspectos y experiencias apenas perceptibles en otros discursos. En este sentido, la visión que rige esas notas anticipa parcialmente los efectos del propio estudio.
El movimiento estridentista parte precisamente del supuesto de la ciudad literaria no refleja una realidad material; permite, en todo caso, miradas y observaciones que iluminen aspectos y experiencias apenas perceptibles en otros discursos. En este sentido, la visión que rige esas notas anticipa parcialmente los efectos del propio estudio.
Pese a las referencias a otras vanguardias, el estridentismo no es su resultado ni una simple imitación de voces ya maduras o de búsquedas que se encuentran en distintos estados de constitución y difusión. Nace y se manifiesta en medio de la explosión de vanguardias europeas y latinoamericanas, donde desarrollará lo que considera su propio campo experimental.